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Históricamente el país ha movilizado cambios que se han quedado en buenas intenciones o promesas incumplidas guardadas en la memoria de los grupos y de las personas que se han subido a buses que no van a ninguna parte. Esa situación ha generado que poco o nada creamos en promesas de cambio o grandes inversiones que van a llegar a nuestra cotidianidad. Pero ¿qué pasa cuando esas promesas se hacen realidad?, ¿cuándo dejan de ser proyectos para llegar a nuestro día a día y empiezan a modificar las formas de relacionarnos o a impactar en la manera en la que desarrollamos nuestro trabajo?

 

Tit@ tiene un poco de esa historia. Al principio, el que ahora nos parece lejano: 8 de agosto de 2012, se hizo un lanzamiento con bombos, platillos, tarima, presentaciones y políticos. Una pompa similar a otras veces en que se han anunciado cambios e inversiones en el sistema educativo de Cali. Pocas semanas después iniciamos con un proceso de formación que hemos ido llevando, en algunos casos padeciendo, y que ha cambiado la manera en la que vemos el uso de la tecnología en el aula. La gran mayoría cumplió la meta y ahora tiene y muestra, con orgullo y pasión, sus portafolios educativos y las nuevas alternativas para desarrollar sus clases.

 

No obstante a los cambios que estábamos viviendo aún seguía rondando un halo de duda frente a la llegada de los equipos. Lo particular es que la pregunta cambió: no había duda de la realidad que es Tit@ pues hemos estado viviendo en ella, lo que nos cuestiona es  ¿y ahora que hacemos con esos equipos?, ¿cómo los vamos a cuidar?, ¿y si se pierden o se dañan qué pasa? Muchas de esas dudas aún rondan las cabezas de nuestros docentes y los pasillos de nuestras Instituciones Educativas.

 

Lo importante es que estas preguntas abren la posibilidad a respuestas en las que seguiremos movilizando la subjetividad propia y de nuestros estudiantes frente a esta nueva realidad.

El reto no es sólo usarlo (pues nos hemos estado entrenando y con la práctica vamos a afinar nuestros procesos), ahora también hay que pensar en el uso y aprovechamiento de un recurso que, sin duda, va a modificar la manera en la que se desarrolla la educación en Cali. 

 

Asumir un reto lleva inmerso un compromiso: ¡hacerlo bien! Y esto se traduce en promover hábitos que nos permitan a docentes y estudiantes, de manera conjunta, superar los miedos y migrar a escenarios de confianza en los cuales todos usamos, todos cuidamos.

 

En el argot popular ha hecho carrera la frase “lo que es de todos, de nadie es” y bajo esta premisa hemos cedido la responsabilidad de usar y cuidar lo público. Tit@ es la oportunidad para editar esa frase de nuestros imaginarios y cambiarla por “lo que es de todos, también es mío” que no es nada diferente a tratar las cosas de los otros como tratamos nuestras propias cosas. Se trata de promover una cultura que nos lleve a reconocer que estamos ante una oportunidad de transformar de verdad la educación y no es porque se hayan incorporado tecnologías a las aulas, sino porque los maestros y estudiantes de Cali han hecho propios los recursos de los que disponen y eso los lleva a que saquen todo el provecho posible sin dejar de pensar en que otros también se deben beneficiar de esos mismos recursos.

 

La mesa está servida para un cambio real que se dé en nuestras aulas y, sobretodo, en nuestras mentes. Pero este cambio no lo podrá hacer Tit@ si no cuenta con lo más importante que tiene: la buena disposición de maestros, estudiantes y padres de familia para que todo esto sea posible. Como diría Joan Manuel Serrat: “Todo está listo: el agua, el sol y el barro, pero si falta usted no habrá milagro”[1]

 

[1] En “Canción infantil para despertar una Paloma morena de cinco primaveras”

 

“Lo que es de todos, también es mío”

 

 

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