En ese momento la primera reacción que tuve fue de rechazo, ya que sentía demasiada responsabilidad sobre mi hombro, más aun cuando veía la transformación que había sufrido el salón conocido como aula máxima, que no era más que un lugar donde pocos queríamos entrar, y se había convertido en una elegante aula con pizarra digital, portátiles de última generación, video beam, aire acondicionado y un mobiliario sencillamente espectacular. Parecía un sueño.
Al pasar los días y recapitular la situación, me di cuenta de que la sede General Anzoategui era privilegiada por contar con un espacio de esas características; los estudiantes constantemente se ufanaban de estudiar en una escuela que tenía “los superportátiles y un tablero mágico”, como lo expresaban en los pasillos. Además iniciaron una sana presión a los docentes, reclamando la visita al aula y el uso de los computadores. Estos factores fueron determinantes para tomar la decisión de liderar la dinamización del aula, sin dimensionar en ese momento, las enormes posibilidades que traería consigo esta nueva experiencia.
Como primera medida Fundación Telefónica planeó un acompañamiento con talleres de formación para los docentes, en los cuales nos fuimos apropiando y empoderando de recursos y herramientas TIC que facilitaban el proceso de enseñanza. En la medida que íbamos adquiriendo conocimiento lo practicábamos con los niños. Empezamos a descubrir cómo los estudiantes adoptaban posturas más críticas frente a los temas propuestos, eran más activos y participaban con más espontaneidad en los proyectos de la sede e incluso en el ámbito de la convivencia se percibía un ambiente más saludable.
Al terminar mis estudios como normalista me doy cuenta de que enseñar va más allá de pararse frente a un grupo e impartir información. Esto me lleva a buscar nuevas estrategias que amplíen el espectro de posibilidades en el ámbito educativo, y tomo la decisión de cualificarme en la academia haciendo en primera instancia una tecnología, luego una licenciatura, posteriormente la especialización y actualmente opto por el título de magister.
Cuando se busca transformar vidas, que es finalmente lo que un maestro se propone con los estudiantes, debemos estar dispuestos en todo momento a trasformar la nuestra.
Mi experiencia como maestra se divide en dos etapas: antes de conocer las TIC, y luego de conocerlas y aplicarlas en el aula.
En la primera debía ser muy creativa y recursiva para romper la monotonía de la clase, buscando cautivar a los estudiantes y mantener su motivación. En ocasiones era un tanto complicado debido a inconvenientes propios del contexto.
Luego del 2007, cuando llega a mi I.E Eustaquio Palacios, sede General Anzoátegui, el apoyo de Fundación Telefónica, el panorama cambia sustancialmente.
Fui designada como dinamizadora titular de un aula tecnológica que dicha entidad donó a mi sede educativa. En ese momento la pregunta obligada fue: ¿y qué debo hacer como dinamizadora? A lo que Luz Aida Quintero directora de las AFT (Aula Fundación Telefónica) en Colombia, me respondió con el buen sentido del humor que la caracteriza:
“Debes darle vida a este lugar, motivando y acompañando a los compañeros docentes en los talleres de formación TIC, además de involucrar a la comunidad educativa en proyectos que tengan relación con las TIC”